Llevaba ya mucho tiempo sin escribir y me alegra comprobar que sigue haciéndose igual: una palabra detrás de otra, paso a paso, guiándose más por el ritmo que por el sentido, hasta que se embala uno y se deja caer en esa tela de araña que, aunque lo parezca, no es lineal ni por asomo.
(Bien pensado, igual dejé de escribir por esta sensación de vacío.)
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